Un tronco fuerte no es suficiente

En caso de padecer alguna lesión lumbar, un tronco lumbar fuerte y estable es determinante para garantizar la salud de la espalda.

Un número importante de las lumbalgias están asociadas a un daño estructural en la columna lumbar, que puede tener su causa en déficits estructurales moderados -como por ejemplo indicios de artrosis- o lesiones de carácter más graves, como una hernia discal con compromiso del canal medular. Independientemente de que nos encontremos en una situación u otra, la correcta función y unos niveles de fuerza y volumen adecuado de masa muscular en dicha zona serán claves para poder mantener nuestro estilo de vida de forma segura y sin dolor.

A raíz de las indicaciones que acabo de apuntar es fácil llegar a la conclusión de que hay que conseguir unos músculos más fuertes en el tronco lumbar, y que una persona que padezca de la espalda tenga la tentativa de hacer ejercicios abdominales y lumbares de forma sistemática para llegar a tal fin. Pero la realidad es algo más compleja. Por ello es muy posible que al aplicar un nivel de carga importante en el tronco lumbar acabemos dañando más la espalda y empeore todavía más la situación.

Hay que tener en cuenta que queremos desarrollar la musculatura y para ello es imprescindible la aplicación de cargas, pero estamos trabajando sobre una estructura dañada y por tanto especialmente susceptible de provocar síntomas si no se le da un manejo adaptado a cada patología y cada persona.

Para conseguir progresar en esta tarea, la de conseguir un tono lumbar fuerte y estable que pueda proteger nuestra columna, se debe aplicar una progresión lógica. Desarrollando la musculatura adecuada en función de la lesión y las capacidades de cada paciente, siempre garantizando la estabilidad del tronco lumbar y jamás llegando a generar descompensaciones o niveles de carga que puedan provocar algún daño, que frustraría todas nuestras expectativas de cara al ejercicio.

Por eso me reitero en indicar que un tronco lumbar no solo debe ser fuerte, sino que además tiene que ser estable para que desarrolle su función de forma armónica en los diferentes movimientos que ejecutamos tanto al hacer ejercicios como en los movimientos globales que permitan una correcta distribución de las cargas y presiones sobre la columna.

Esta es a la situación a la que debemos aspirar para convivir con nuestras lesiones de espalda sin que nos causen dolor o impedimento alguno en nuestro día a día. Un tronco fuerte no es suficiente para no padecer dolor de espalda.

 

Andreu Galmés Rosselló
Director Técnico de la Escuela Española de la Espalda (EEDE)