Dentro del conjunto de descanso, después del colchón la almohada resulta fundamental para garantizar un buen reposo nocturno.
Las claves para nuestra elección son:
1. Por el momento, no existe una almohada que sea perfecta para todo el mundo.
2. La almohada no debe ser ni muy alta ni muy baja, y debe permitir mantener alineado el cuello con el resto de la columna vertebral. Es decir, ni debe caer o colgar hacia atrás ni debe estar flexionado hacia adelante (esto último puede estar relacionado con ciertos tipos de ronquidos).
3. La anatomía y postura para dormir de cada persona influye en el tipo de almohada adecuada.
4. Si dormimos boca arriba necesitaremos una almohada con grosor y firmeza intermedia para que la cabeza y cuello reposen correctamente.
5. Si dormimos de lado necesitaremos una almohada con un grosor o altura similar a la distancia entre los hombros y el cuello más unos 2-4 cm según la dureza de dicha almohada.
6. Se desaconseja dormir boca abajo, pero si lo hacemos, es mejor que la almohada sea blanda para evitar dificultades respiratorias y que además permita alinear la cabeza con el resto de la columna.
Por último, indicar que los distintos tipos de materiales como fibra, viscoelástica, látex… aportarán otros aspectos relacionados con la higiene, termo sensibilidad, ventilación o apoyo. En cualquier caso, será recomendable y necesario buscar asesoramiento con especialistas del descanso.