Los estudios realizados demuestran que el dolor de espalda es más frecuente entre quienes sienten molestias al estar en la cama o al levantarse.
En algunos estudios se ha asociado sentir molestias en la cama a un riesgo de hasta un 1.800% mayor de padecer dolor de espalda, tanto entre los adolescentes como entre los adultos. Además, los estudios científicos realizados han demostrado que también entre las personas que ya sufren dolor de espalda, la firmeza del colchón influye en su evolución, de manera que un colchón de firmeza intermedia es más recomendable que uno muy firme. Esos datos sugieren que las características de la superficie de descanso suponen un factor relevante con relación a la existencia o evolución del dolor de espalda.
Es posible que esa influencia se deba a varios factores. Si las características de la cama inducen la adopción de posturas incorrectas al estar acostado, se puede alterar el reparto de cargas en esa postura, afectando a la musculatura (al inducir su sobrecarga o, simplemente, dificultar su relajación) o aumentando la carga que sufren los discos invertebrales y la articulación facetaria. Dado que ese factor actuaría de manera repetida y prolongada (se estima un sujeto pasa aproximadamente un tercio de su vida en la cama), a medio o largo plazo dormir en una cama inadecuada podría llegar a inducir alteraciones en esa estructuras.