Cuando se sufre una lesión de espalda el camino a seguir está muy claro en los primeros pasos. La mayoría de la población entiende que una vez que se tiene una lesión de espalda lo primero que se debe hacer es acudir al médico, para que le proponga un tratamiento médico y una rehabilitación. En la mayoría de los casos, este último apartado conllevará un programa de ejercicio enfocado a recuperar la estabilidad de la musculatura del tronco.
Pero una vez finalizado el programa es cuando empiezan las incógnitas. Especialmente en las personas que practican deporte. Las cuestiones que más preocupan a nuestros pacientes son:
- ¿Podré volver a practicar mi deporte una vez finalizada la recuperación?
- ¿Qué tipo de deporte me beneficia y qué tipo de deporte me perjudica?
- ¿Tendré que seguir haciendo estos ejercicios siempre?
Primero de todo, decir que no hay un deporte malo o bueno para la espalda. Sino que hay deportes que requieren más exigencias que otros sobre la columna. Y en caso de que haya una lesión resultará más difícil mantener la salud de la espalda. Lo que si será determinante para garantizar la salud de la espalda es una calidad de la musculatura del tronco que sea capaz de absorber las cargas durante la práctica deportiva elegida.
El deporte es una buena alternativa para mantener una calidad muscular que mantenga nuestra espalda sana y segura, pero la integración debe hacerse de forma progresiva. Existen evidencias de que la actividad física moderada no aumenta el riesgo de padecer episodios agudos de dolor, si bien el regreso a la práctica deportiva requiere de un proceso de adaptación en el que se coordine el trabajo del terapeuta readaptador y el entrenador.
En ese proceso se deben ajustar las cargas y contenidos de trabajo para que la espalda pueda adaptarse progresivamente a los nuevos niveles de exigencia, complementándolo con ejercicios específicos que desarrollen los contenidos más relevantes para asegurar la espalda durante el deporte. Esos contenidos deben ser elegidos por un técnico readaptatador especializado. E iniciados en las fases agudas, para posteriormente seguir siendo desarrollados por el entrenador integrados en los propios procesos de entrenamiento. Una vez llegado a un estado de estabilidad, la propia práctica deportiva debería ser suficiente para mantener la espalda pero siempre se recomienda incorporar algunos ejercicios compensatorios que aseguren los puntos más sensibles de la espalda.
Andrés Galmés Rosselló
Director Técnico de la Escuela Española de la Espalda